Despedida crepuscular
Cierro los ojos, escucho
la fragilidad de las horas:
se rompen, me envenenan.
La lluvia es una hoja de cuchillo;
los pensamientos se suicidan,
siembran enredaderas en la conciencia,
trepan por mi cadera, me estrangulan,
se desgarran, se pierden.
Mírame y dime lo que queda
de todo lo que he sido,
dime que aún me buscas,
que puedo desmayarme en las regiones de la noche
porque allí existe alguien que se preocupa
de mi vacío.
.
.
Morada de la noche
(Desprendiéndose lentamente de la conciencia).
He caminado por la ciudad sonámbula.
He pisado las calles vacías,
como pequeñas nieblas
llenando los jardines del recuerdo.
He encontrado las puertas cerradas,
mis manos cubiertas de barro,
la voz de un dios imperturbable
peinando los crepúsculos.
Sin ti la luz desciende,
se precipita sobre los balcones,
gotea,
recorre mis mejillas.
Este lenguaje nacido de la lluvia
se compromete ahora con el barro más hondo,
con las heridas más abiertas.
Desde él me pregunto:
¿es esta la soledad
donde habitan todos los ángeles?
.
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© Entra la noche, 2023
