
Isabel- Te admiro. Es asombrosa esa manera que tenéis los soñadores de no ver claro más que lo que está lejos. Dime, Mauricio, ¿de qué color son los ojos de la Gioconda?
Mauricio- Aceituna oscuro.
Isabel- ¿De qué color son los ojos de las sirenas?
Mauricio- Verde mar.
Isabel- ¿De qué color son los míos?
Mauricio- ¿Los tuyos…? (Duda. Se acerca a mirar. Ella entorna los párpados. Sonríe desconcertado) No lo tomes a mal. Parecerá una desatención, pero te juro que en este momento tampoco sabría decirte cómo son los míos.
Isabel- Pardos, tirando a avellana. Con una chispita de oro cuando te ríes. Con una niebla gris cuando hablas y estás pensando en otra cosa.
Alejandro Casona, Los árboles mueren de pie, 1949