Viajes en tren

NOTA PREVIA: Escribí este texto hace dos semanas, durante mi viaje en AVE a Barcelona, pero lo publico ahora debido a mi escasez de tiempo a causa de asuntos marinísticos y no marinísticos que me mantienen ocupada -por no decir estresada…-.

Tren AVE
Tren AVE

Últimamente, he realizado trayectos largos en tren, por lo que empiezo a considerarme gran conocedora del universo que se desarrolla en ellos. Hoy me siento generosa, aburrida y con tres horas de recorrido por delante -además de un portátil a mano-, así que he decidido profundizar en el maravilloso mundo de los viajes en tren. Comenzaremos por unos consejos prácticos para novatos:

CONSEJOS PRÁCTICOS: 

  • Entrar en el coche correcto: Un billete de tren no es como una entrada de cine, de las que vienen “no numeradas”. El billete incluye hora de salida y llegada, procedencia y destino y… número de coche y de asiento. El número de coche es lo que más nos interesa, porque algunos trenes se separan en un determinado punto del recorrido y cada coche se va por un camino distinto, puesto que tienen destinos diferentes. Aunque el revisor suele estar al tanto, recuerdo una ocasión en la que una chica que se dirigía a Hendaya acabó en Bilbao, por entrar en el coche equivocado. Así que, ya sabéis, poned especial cuidado en este punto, a no ser que tengáis un espíritu aventurero, a lo Willy Fog…
  •  La Guerra de la Ventana: Este consejo es primordial. Cuando tengáis vuestro billete, mirad atentamente el número de asiento. Consta de un número y una letra que puede ser a, b, c o d. La letra es la clave. Los afortunados que posean la o la son aquellos que tendrán derecho divino a sentarse en el lado de la ventanilla. Pero, ¡ay! Las cosas no son tan sencillas. Las malas lenguas cuentan que ya se están poniendo en marcha estudios psicológicos para analizar la misteriosa fascinación que la ventanilla de trenes, aviones, ect., produce en el ser humano. Los expertos han comenzado a hablar del “Gen Ventanilla”, que desencadena una reacción violenta al entrar en contacto con la ventanilla de un medio de transporte. Se trata de un efecto similar al acaecido en el primer día de rebajas, y que puede llegar a generar los mismos niveles de violencia. Tradicionalmente, se ha pensado que eran los niños los únicos portadores del “Gen Ventanilla”, pero los últimos estudios revelan que hay un perfil de portador mucho más peligroso, que incluye a individuos femeninos que clasificaremos como “Urracas Ventanilleras”. Estudiaremos este perfil con más detenimiento en el apartado de FAUNA, pero ahora quedémonos con un consejo muy práctico: si te ha tocado asiento con ventanilla, llega al tren lo más pronto que puedas o una Urraca Ventanillera habrá ocupado tu lugar.
  • La Odisea de la Maleta: En casi todos los trenes hay dos lugares para colocar la maleta. Uno corresponde a unos estantes cercanos al techo, que quedan por encima de los asientos. En cualquier viaje de tren, existe una máxima que no puede ignorarse: llegues a la hora que llegues, esté el tren más o menos lleno, los estantes del techo estarán SIEMPRE ocupados. Nadie ha logrado explicarse el porqué. Se ha llegado a hablar de fenómenos paranormales relacionados con objetos animados que de noche ocupan esos lugares, aunque las justificaciones más lógicas apuntan a que, tal vez, sean los propios empleados los que, para hacer la gracia, se encargan de llenar los estantes antes de que suban los pasajeros.

El segundo lugar para dejar la maleta corresponde a unas estanterías a la entrada de cada vagón, que se alzan desde el suelo y tienen varias alturas. El problema que generan es que, si tu maleta pesa mucho, habrás de encontrar un Filántropo Maletista -figura que estudiaremos en el apartado de FAUNA- si no deseas morir en el intento de colocar la maleta. Sea como sea, el caso es que, al término del viaje, tu maleta estará caída, al contrario que las que le rodean. Los expertos marinísticos han llamado a este fenómeno “Conspiración Maletil Espontánea”.

  • La Película o Ruleta Rusa: Bien es sabido que en cada viaje, Renfe te ofrece la posibilidad de visionar una película que se proyecta durante el recorrido. Para ello, te regala unos cascos con funda morada, que duran, con suerte, una puesta. Lo natural es que, aunque no vaya a ver la película, el pasajero acepte los cascos y se los guarde -”a caballo regalado, no le mires el diente”-, y es así como, en algún momento de nuestras vidas, todos nos encontramos en casa un auténtico almacén de cascos de Renfe -que, desde que les han añadido la cajita morada, parecen más serios.

En cuanto a la película… Recomiendo prudencia. La suelen anunciar al comienzo del viaje. Si te decides a verla, puedes tener suerte y conseguir un viaje rápido y entretenido a causa de un buen título, pero también puede ocurrir lo contrario, y un filme como el que ahora mismo están poniendo en mi tren, Croocs, puede acabar hundiéndote para todo el día (estudios marinísticos han demostrado que, a pesar de que una película de tren sea MALA, una vez comenzada, no dejarás de verla). Por eso, popularmente se conoce este fenómeno como “La Ruleta Rusa”.

Interior de un tren de Renfe
Interior de un tren de Renfe

FAUNA DEL TREN

A continuación expongo los perfiles más clásicos, pero pueden existir otros menos comunes e incluso es posible que se produzca una mezcla entre dos de los tipos.

  1. Urraca Ventanillera: Rápidas, estratégicas, letales. Al igual que las urracas comunes roban nidos, las Ventanilleras tienen como objetivo a corto plazo sentarse junto a la ventanilla que, por derecho divino y billetístico, te correspondería a ti. Para ello utilizan varias estrategias. La más clásica es llegar antes que tú, para que, cuando te encuentres frente a la pareja de asientos, debas enfrentarte a ella para señalarle que ese es TU sitio. Para evitar que lo hagas, pondrán cara de perdonarte la vida o, al contrario, una bondadosa e inocente sonrisa. Si a pesar de ello decides seguir adelante, la Urraca Ventanillera usará su última arma: apelar a tu compasión: “Ay, maja, ¿te da igual dejarme este sitio? Que yo me mareo…”. En este caso, te puedes considerar vencido, y desear fervientemente que, al menos, la suerte esté de tu parte y la Urraca se baje en una de las próximas estaciones.

  1. Filántropo Maletista: Una figura, esta vez, positiva. Se trata del individuo que, de forma desinteresada, te ayudará a colocar tu maleta en la estantería que hay a la entrada de cada vagón y, después, una vez cumplida su tarea, se marchará. Lo más seguro es que no vuelvas a encontrarte con él en todo el viaje, a excepción de que, al bajar, vuelvas a necesitar ayuda para coger tu maleta. En tal caso, el Filántropo Maletista volverá a hacer acto de presencia para ayudarte y, después, esta vez sí, se marchará para siempre.

  1. La Grulla Narradora: Se trata de una de las criaturas más temibles de estos lugares. Su peligrosidad es directamente proporcional al tiempo del viaje. Si te ha tocado sentarte al lado de una Grulla Narradora, la reconocerás, en primer lugar, porque tienen el inofensivo aspecto de una señora de mediana edad en adelante, bondadosa, sonriente, alegre. No te fíes. Detrás de esta fachada se esconde un ser capaz de torturarte sin piedad. Por lo general, usarán un cebo: el más común es sacar una bolsa y ofrecerte galletitas, sandwiches o caramelos. “Qué maja, la señora”, pensarás, mientras aceptas la golosina. En ese instante, te habrás convertido en su presa. El siguiente comentario por su parte será banal, cortés, pero en los siguientes minutos, te hallarás envuelto en la laberíntica historia de su familia: hijos, nueras, yernos, nietos que sacan buenas notas, marido… Las narraciones podrán alcanzar el momento de la boda de la propia Grulla o incluso remontarse tiempo atrás, de modo que te capacitarán para escribir una versión contemporánea de los Cien años de soledad. Ante la Grulla Narradora, solo hay una escapatoria posible: hacerse el dormido. Esta estrategia las incapacita de modo inmediato…

  1. Los Verduleros: Figura que puede resultar trágica o cómica, dependiendo de las condiciones del viaje y de tu mayor o menor grado de aburrimiento. El arma de un Verdulero es el teléfono móvil, y lo utilizará para hablar por él durante la mayor parte del recorrido -a voces, sin ningún tipo de pudor-. No esperéis conversaciones trascendentales: tratarán sobre las notas del cole de la niña, sobre que Pepe tiene que hacer la compra después de ir a buscarla, “Mamá, ya estamos llegando” o lo mala que es la novia, que le ha dejado por liarse con otra… A veces, una conversación verdulera puede ser digna sustituta de la Película / Ruleta Rusa. En otras ocasiones, puede hacerte perder los nervios. Para este segundo caso, recomiendo tener un reproductor de música a mano,

  1. Ejecutivo Agresivo: Trajeado, Blackberry en mano, tablet u ordenador portátil: todo por si nos había quedado alguna duda de que iba en viaje de negocios. Se mueven con soltura por el tren, demostrándonos que lo consideran casi un hábitat autóctono. Suelen ser inofensivos, a no ser que la conversación por Blackberry con el jefe o el empleado de turno se alargue más de lo necesario.

  1. Chinos: Van en grupo, llevan siempre una cámara con la que fotografiarán incluso las instrucciones de cómo salir del tren en caso de emergencia…

  1. El Durmiente: Se trata de la mejor opción de acompañante. En la mayoría de los casos, el Durmiente portará un reproductor de música con cascos. Tardará de diez a quince minutos en quedarse dormido, resultando una bendición para quien tenga la suerte de haberse sentado a su lado. La beatitud del Durmiente solo puede corromperse cuando es aficionado a echar hacia atrás el respaldo de su asiento, haciéndole la vida imposible al pasajero de detrás…

  2. El Friki: Un ejemplo es quien esto escribe. Se nos distingue por la expresión de aburrimiento y por llevar un ordenador portátil o tablet con el que tratar de combatirlo. Somos inofensivos y, además, incrementamos nuestra capacidad creativa con estas disquisiciones…
Estación de Barcelona-Sants
Estación de Barcelona-Sants

NOTA FINAL: Como os decía, escribí este texto de camino a Barcelona, ciudad de Piccasso, de Gaudí y de José Agustín Goytisolo, escenario de todas esas novelitas de Zafón que igual que nos fascinaron, pasaron a aburrirnos al descubrir que todas contenían la misma historia, pero con distintos títulos.

Aunque la ciudad, lo que es la ciudad, la vi poco, porque me absorbió el Congreso sobre Exilios republicanos celebrado en la Universidad Autónoma de Barcelona, en el cual participé con una ponencia sobre Rafa. Rafa Alberti, ya sabéis…

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4 respuestas a «Viajes en tren»

  1. Hay unos cuantos tópicos pero saca sonrisas al leerlo. Divertido. Aparte de la grulla hay señora de mediana edad culta y educada que no ve peluculas y lee de su libro eléctronico o en papel. Inteligente y observadora, autosuficiente. Que no molesta ni es molestada.

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