Los ochenta años de Elvis Presley

El cantante Elvis Presley en los sesenta
El cantante Elvis Presley en los sesenta

Elvis es rock’n roll y rock’n roll es Elvis. Y lo afirmo sin intención de menospreciar a Chuck Berry, Little Richard o Jerry Lee Lewis. Pero si hoy hiciéramos una encuesta a pie de calle, todo el mundo, independientemente de la generación a la que pertenezca, conocería al primero, aunque no lo haya escuchado jamás. Porque Elvis ha trascendido más allá del ámbito estrictamente musical para convertirse en un mito, en un icono cultural y social. Su imagen, con su tupé negro, engominado, y las gafas de sol, y los refulgentes trajes de colores, pertenece al imaginario colectivo.

Nunca fue un gran compositor. De hecho, no fue ni grande ni pequeño: las letras de la mayor parte de sus canciones más populares están tomadas de temas pertenecientes a otros artistas. “Tutti Frutti” es de Little Richard y “Blues Suede Shoes” fue compuesta por Carl Perkins, pero todos coincidiremos en que a la voz de Perkins le falta el matiz seductor y humeante de la del Rey. La famosa “Heartbreak Hotel”, el single más vendido de 1956, sí fue, sin embargo, grabada especialmente para ser cantada por Elvis, que se lanzó a la fama gracias a ella.

No fue compositor, pero las décadas de los cincuenta, los sesenta y los setenta podrían medirse a golpes de sus caderas. Lo esencial de Elvis fue su estilo, su carisma en el escenario, su baile y su descaro, con los que logró popularizar un género todavía recién nacido: el rock and roll, y se considera pionero de una de sus variantes: el rockabilly –mezcla de country y rock-. No en vano es conocido como “el Rey”: su influencia permanece presente, aun hoy, en lugares insospechados. Nunca olvidaré los dos conciertos de Duncan Dhu que tuve ocasión de presenciar, en 2013 y 2014, en los que Mikel Erentxun se declaraba –incluyendo también a Diego Vasallo- fan incondicional de Presley, y, a continuación, deleitaba al público con un sorprendente baile, Elvis style, para interpretar el tema que supuestamente homenajea al cantante: “La barra de este hotel”, de 1987.

Los que lo conocemos un poco, estamos al tanto de que siempre hay dos Elvis. El Elvis tímido, que no se atrevía a declararse a una chica del instituto, y el símbolo sexual que incluso tuvo sus apariciones en Hollywood. El Elvis con cara de niño y aquel otro gordo, decadente y de estrafalarias vestimentas. El Elvis desenfrenado de “Tutti Frutti” y el intérprete de hermosas baladas, como “Love Me Tender” o “Can’t Help Falling In Love”.

Como todos los mitos, el de Elvis también tiene un amplio trasfondo en el que merece la pena bucear. Si Presley no hubiera fallecido trágicamente a los 42 por una sobredosis –su adicción a la heroína le había valido, por ejemplo, un implante de oro en el tabique nasal-, hoy habría cumplido 80 años. Pero, igual que tantas estrellas de rock –él, la primera de todas-, jamás llegó a envejecer…

De nuevo Duncan Dhu, pero incompleto

Mikel Erentxun anoche en   el concierto de Duncan Dhu de San Sebastián de los Reyes
Mikel Erentxun, anoche, en el concierto de Duncan Dhu de San Sebastián de los Reyes

La mítica banda donostiarra cerraba anoche el cartel de conciertos de las fiestas del municipio madrileño de San Sebastián de los Reyes, en las que habían sonado nombres tan populares como Barón Rojo, El Drogas, Lori Meyer o Leiva. Era la tercera vez que veía en directo a Mikel Erentxun: la primera fue en solitario, celebrando junto a otros artistas la inauguración de la Fnac de Azca; la segunda, en la gira de regreso de Duncan Dhu en diciembre del año pasado, en el Teatro Circo Price de Madrid. En esta tercera ocasión, en el Auditorio Parque Marina, Erentxun representaba al dúo Duncan Dhu, pero no lo acompañaba el otro integrante, Diego Vasallo, debido a una lesión de columna que ya le ha impedido participar en los conciertos de las últimas semanas. Su compañero le dedicó el concierto públicamente al inicio de la actuación.

¿Cómo fue la experiencia de Duncan Dhu sin Vasallo? Contrariamente a lo que se pudiera imaginar, su ausencia sí se percibió, sobre todo en el acompañamiento musical –la armónica, especialmente, se echó en falta en temas como “Cuando llegue el fin”-. Es cierto que, del dúo, Erentxun es el alma y la cara visible, y Vasallo permanece en un modesto segundo plano. Su voz, ronca hasta niveles desconcertantes -¿la modulará así a propósito?-, se queda muy atrás en comparación con la dulzura del timbre de Erentxun –aunque hay que señalar que, en directo, la voz de Erentxun pierde parte de la riqueza de matices que la caracterizan-. Pero ayer quedó demostrado que, si no imprescindible, Vasallo es un componente esencial de la banda. Su compañero, tanto en el concierto de diciembre como en el de anoche, no tuvo problema en reconocer que la autoría de la mayor parte de las letras del último álbum, El duelo, pertenece a Vasallo.

Diego Vasallo, el otro integrante de la banda Duncan Dhu
Diego Vasallo, el otro integrante de la banda Duncan Dhu

Precisamente este disco, lanzado en 2013 después de una larga separación de doce años de Duncan Dhu, nos sorprendió muy favorablemente por la poeticidad y la hondura de la letra de las canciones, mezclada con melancólicos acordes de guitarra que lo convirtieron, en mi opinión, en uno de los mejores álbumes de la historia de la banda. Quedó bautizado así en homenaje al regreso del grupo después de años separados, acogiéndose a la madurez musical y al “duelo” al que retaron al tiempo, como bien especifica la letra del tema homónimo:

No sé hacia dónde vamos,

si esto es sólo un cara o cruz

en un duelo con los años.

En el concierto de anoche vimos a un Erentxun enérgico, ataviado con camisa tejana y chaqueta vaquera, que no escatimó tiempo a pesar de tratarse de un concierto de las fiestas locales de un municipio –la duración de su actuación fue similar a la del concierto del Price, en torno a dos horas-, y que cubrió la ausencia de su compañero –que no estuvo allí para interpretar “Llora, guitarra”, “Los días buenos” y “Rosa gris”- con temas antiguos como “Capricornio” o “Pienso en ti”.

Quedó confirmado el favoritismo de Erentxun por “La barra de este hotel”, canción perteneciente al álbum de 1987 El grito del tiempo. En el concierto de diciembre, explicó al público que se trata de un tributo a Elvis Presley, a quien Vasallo y él idolatraban. Anoche, el final de la canción dio paso a un sorprendente baile en el que Erentxun se ganó al personal imitando aquel célebre de Elvis. Ya lo vi hacerlo en el Price, pero, en esta ocasión, se desmelenó aún más subiéndose a los altavoces y quedando muy cerca del público, lanzando la guitarra y hasta desabrochándose la camisa. Erentxun, a sus 49 años, tiene más ritmo que muchos artistas veinteañeros.

Anoche en el concierto, el momento en que Erentxun se sube al altavoz para sorprender al público
Anoche en el concierto, el momento en que Erentxun se sube al altavoz para sorprender al público
Erentxun y su exuberante baile a la manera de Elvis
Erentxun y su exuberante baile a la manera de Elvis

En directo, “Entre salitre y sudor” perdió gran parte de su fuerza, pero otros temas, como “La casa azul” o “Palabras sin nombre”, claramente la ganaron. Las célebres cien gaviotas mostraron su rumbo extraviado al final del concierto, haciendo vibrar al auditorio que, a pesar de poseer dimensiones inmensas, se hallaba bastante lleno. La actuación terminó con la habitual “Esos ojos negros”, coreada fuertemente por el público, y “Mundo de cristal”, en la que Erentxun cambió la palabra “Roma” del estribillo por “Siena” –suponemos que como homenaje a su primogénita, que lleva el nombre de la ciudad italiana-.

En conclusión: se echó de menos a Vasallo, pero Erentxun demostró que es capaz, sobradamente, de embelesar él solo a un auditorio y dejar en el ambiente una estela de, como dirían los Rolling, “satisfaction”.

El escenario del concierto, anoche, en San Sebastián de los Reyes
El escenario del concierto, anoche, en San Sebastián de los Reyes

Duncan Dhu regresa a Madrid

Ayer, 11 de noviembre de 2013, tuve ocasión de asistir al concierto que el grupo Duncan Dhu celebró en el Teatro Circo Price de Madrid, en su gira inaugural de regreso a los escenarios tras doce años separados. El dúo donostiarra, formado por Mikel Erentxun y Diego Vasallo, estrena este año nuevo disco, titulado El duelo, una auténtica demostración de talento poético y musical que supone la excepción a ese refrán tradicional que dice: “Segundas partes nunca fueron buenas”.

El grupo Duncan Dhu en el Teatro Circo Price de Madrid
El grupo Duncan Dhu en el Teatro Circo Price de Madrid

Música de Elvis y mucha expectación durante la espera que precedió la llegada del grupo. El Price estaba a rebosar, a pesar de tratarse del segundo concierto consecutivo de la banda en Madrid. Para el primero, que tuvo lugar el domingo día 10, se habían agotado las entradas prácticamente desde septiembre. Ante la justificación que muchos esgrimirán: «¡nostálgicos!», yo insisto en que, con el panorama musical existente ahora mismo en España, unos grandes músicos y letristas como Erentxun y Vasallo son capaces de insuflar nuevas energías y demostrarnos que no nos hallamos, como a muchos se nos ocurre pensar de vez en cuando, en la decadencia cultural más absoluta. Y eso a la gente que posee un cierto gusto musical le agrada. El grueso del público estaba formado por treintañeros y cuarentañeros con muchas ganas de marcha, pero también los había mayores y más jóvenes. Duncan Dhu, desde luego, se pueden considerar «viejas glorias», puesto que en su primer período de actividad -que fue de 1984 a 2001-, consiguieron un single del año con el tema «Cien gaviotas» en 1985 y lograron situarse a la cabeza de los grupos con más ventas en 1987, gracias a su álbum El grito del tiempo, que incluía su archiconocido «En algún lugar»:

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Un sencillo cartel de luces rojas sobre fondo negro con el nombre de la banda dio paso a la llegada del dúo al escenario, firmemente jaleado por el público. Erentxun vestía una chaqueta muy al estilo rockabilly, que no tardó en quitarse, para mostrar una camiseta negra de manga corta y un chaleco del mismo color. Vasallo, mucho más sobrio, apostó por su habitual atuendo de camisa y chaleco oscuros, con corbata. El concierto comenzó con el single de su nuevo disco: «Cuando llegue el fin».

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Música de banjo y un alegre tono country como telón de fondo para un auténtico poema en forma de canción que hizo vibrar al Price. En él resulta reconocible la antigua chispa de la banda, más que en el resto de temas del nuevo álbum, que son mucho más melódicos y menos encendidos. Títulos como «No dejaría de quererte», «El duelo», «Los días buenos», «Llora, guitarra» o «La última canción»; todos ellos caracterizados por un intenso lirismo que otorga a la banda una indiscutible madurez musical. No en vano Duncan Dhu, el nombre elegido por Mikel, allá en los ochenta, está muy relacionado con la literatura. Escribí al respecto un artículo, titulado «El regreso de Duncan Dhu».

El grupo Duncan Dhu en el Teatro Circo Price de Madrid
El grupo Duncan Dhu en el Teatro Circo Price de Madrid

A lo largo del concierto, interpretaron las seis canciones que componen El duelo. Como Mikel no dejó de reconocer en todo momento, Diego Vasallo ha estado muy implicado en la composición de las letras de este nuevo álbum. Erentxun describió «La última canción» como «la mejor letra que Diego ha escrito nunca», logrando un apasionado aplauso del público, que coreaba: «Diego, Diego…». Lo cierto es que Vasallo se mantuvo en un humilde segundo plano durante el concierto, sonriendo tímidamente y dejando todo el palabreo a su compañero, con el que demostraba una complicidad que solo es capaz de lograrse con muchos años de experiencia juntos. Vasallo es más compositor que cantante, como demostró en los temas en los que actuó de solista, con una voz enronquecida que únicamente ganaba cuando se le añadía la luminosidad de la de Mikel en los estribillos. Justo es reconocer que, juntas, las dos voces creaban un efecto muy cuidado, ya que cada una se sitúa en un extremo.

Diego Vasallo en el teatro Circo Price de Madrid
Diego Vasallo en el Teatro Circo Price de Madrid

Mikel Erentxun se confirmó como el alma del grupo. Carismático, alegre, luminoso -una especie de polo opuesto a Diego Vasallo-, que sigue conservando la voz juvenil y melódica de la primera época y la capacidad para levantar pasiones entre el público. El momento en el que interpretó «La barra de este hotel» -una canción que definió como tributo a Elvis, el ídolo de juventud de Vasallo y suyo- fue especialmente emocionante, ya que se marcó un baile exuberante a la manera de «El Rey» -se podría decir que sólo le faltaba el traje blanco y el tupé- que sorprendió a la sala, sobre todo después de tener noticia de que, en los últimos meses, el cantante ha padecido problemas de corazón que le han mantenido un tiempo alejado de los escenarios.

Mikel Erentxun en el teatro Circo Price de Madrid
Mikel Erentxun en el Teatro Circo Price de Madrid
Mikel Erentxun en el Teatro Circo Price de Madrid
Mikel Erentxun en el Teatro Circo Price de Madrid

Además de los temas del nuevo álbum, la banda hizo un repaso por toda su discografía, que incluyó grandes clásicos como «A tientas», «La casa azul», «Palabras sin nombre», «Rosa gris» o la conmovedora «No puedo evitar pensar en ti». «En algún lugar» quedó como la última interpretación antes del largo bis, en el que incluyeron cuatro grandes éxitos que hicieron rugir al público: «Esos ojos negros», «Cien gaviotas», «Jardín de rosas» y un ultimísimo «Mundo de cristal», después del cual el dúo, junto al resto de la banda, se despidió de la capital española, poniendo el broche a lo que Erentxun describió como «un fin de semana mágico» en Madrid.

Una noche memorable, sin duda, y la esperanzadora promesa de que no está todo perdido para el panorama musical español.

Duncan Dhu durante la grabación de el nuevo álbum, "El duelo"
Duncan Dhu durante la grabación de el nuevo álbum, «El duelo»