Se cierra el telón

La Gran Vía de Madrid en los años veinte
La Gran Vía de Madrid en los años veinte

Madrid maravilloso. Yo me siento pletóricamente mundano […] Cines –Callao, Palacio de la Música, Avenida, a veces cines distantes como Goya o Royalty-, salones de té, bares –Bakanik o Sakuska- me ven a menudo.

Luis Cernuda, “Carta a Higinio Capote”, Madrid, 23 de octubre de 1928.

Pobre Luis Cernuda, si atravesara ahora, con sus trajes de importación inglesa y sus camisas exquisitas, las calles de este Madrid de comienzos de siglo, buscando reencontrarse con los galanes de la época –sus admirados John Gilbert, George O’Brien, Douglas Fairbanks. De sus cines favoritos, no queda más que el Callao. Junto al Palacio de la Prensa y al Capitol, forma parte del trío de cines supervivientes, de los trece que existían en la Gran Vía madrileña.

El que fuera el Cine Avenida es, desde 2009, un gigantesco H&M de varias plantas, que pretende resultar glamuroso, y se queda en el terreno de lo kitsch –si me pudiera leer, Cernuda añadiría que, además, la calidad de la ropa de ese sitio deja mucho que desear… Han respetado la arquitectura del antiguo cine, pero duele en el alma pasearse por él y no ver más que estanterías de ropa. Es como si H&M, y todas sus empresas secuaces, se estuvieran riendo a grandes carcajadas de aquel Madrid de finales de los años veinte. Como si el antiguo esplendor se banalizara y ridiculizara.

El antiguo cine Avenida, de Gran Vía, reconvertido actualmente en un H&M
El antiguo cine Avenida, de Gran Vía, reconvertido actualmente en un H&M

¿Y qué decir del Palacio de la Música? Construido en 1926, en la recién nacida Gran Vía madrileña, se convirtió en uno de los edificios emblemáticos del centro de la ciudad, y lo continuó siendo durante décadas, hasta que en 2008 echó el cierre definitivo porque no se sostenía el negocio. El Ayuntamiento de Madrid prometió entonces conservarlo como auditorio cultural, reconvirtiéndolo en teatro. Sin embargo, parece que en los últimos tiempos han cambiado de opinión, y se anuncia que va a ser transformado en… ¡centro comercial! ¡Qué sorpresa! Y ahí va otro como el Avenida. Existen páginas, como Salvemosloscines.blogspot.com, que se encargan de recoger firmas para salvar el Palacio de la Música.

El Palacio de la Música, en Gran Vía, 1926
El Palacio de la Música, en Gran Vía, 1926

De los cines de barrio, ni hablamos. Estos días atrás, llegaba la noticia del cierre de las míticas salas de la calle Fuencarral, referencia cinéfila obligada. Tantas veces he ido a esos cines con mis padres…

http://www.cadenaser.com/espana/articulo/desaparecen-cines-calle-fuencarral/csrcsrpor/20130503csrcsrnac_22/Tes

El pasado domingo 19 de mayo tuve ocasión –gracias al interés del poeta Antonino Nieto por mi poesía-, de participar en un acto organizado por el PSOE de Chamberí en la puerta de la sala Roxy, donde se puede leer un cartel que reza: CERRADO POR REFORMAS. Bonito eufemismo. En el acto, al que acudió el Coro de Actores y distintas personalidades del mundo de la cultura, se reivindicó una actuación municipal para proteger las salas de cine tradicionales frente a los multicines ubicados en centros comerciales. Realmente, si existieran leyes que defendieran de alguna forma estos edificios, evitaríamos perder una parte importante de la historia de Madrid.

Acto en defensa de los cines de Fuencarral, 19 de mayo de 2013. Leyendo mi poema "Technicolor"
Acto en defensa de los cines de Fuencarral, 19 de mayo de 2013. Leyendo mi poema «Technicolor»
El poeta Antonino Nieto, organizador del acto en defensa de los cines de Fuencarral
El poeta Antonino Nieto, organizador del acto en defensa de los cines de Fuencarral
Coro de Actores interviniendo en el acto en defensa de los cines de Fuencarral
Coro de Actores interviniendo en el acto en defensa de los cines de Fuencarral
El actor español Roberto Álvarez interviniendo en el acto en defensa de los cines de Fuencarral
El actor español Roberto Álvarez interviniendo en el acto en defensa de los cines de Fuencarral

Porque sí: Madrid está perdiendo su personalidad. Y la poca sensibilidad del Ayuntamiento para con la cultura madrileña no es ningún secreto: no hay más que pasar por Metropolitano y ver la ruinosa casa donde antaño vivió el Premio Nobel Vicente Aleixandre, y por donde pasó gran parte de la intelectualidad española de varias décadas.

No hay dinero, dicen. ¿Pero sí lo hay para iniciar obras inútiles y faraónicas como el célebre Madrid Río de Gallardón, y dejarnos endeudados de aquí a los próximos veinte años? Es todo muy descarado. Y no es que yo sea una romántica, que lo soy, por hacerme tanta ilusión entrar en el Palacio de la Prensa y que me guíe el acomodador, o contemplar cómo se abre la cortinilla, dejando ver la pantalla de cine. No soy yo la única romántica; todavía quedamos algunos amantes del patrimonio cultural de nuestra ciudad. Y debemos luchar para que esa parte de Madrid no muera.

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