Dieciocho de julio

*Nota previa: Esta entrada fue redactada por la autora el 18 de julio de 2013, pero por motivos de salud se publicó un día más tarde. Así que cambiadme las perspectivas, please…

Soy, como diría Luis Buñuel, «atea, gracias a Dios». Sin embargo, en Villafranca de los Barros, pueblo de mi familia materna, tradicionalmente se celebraban más los santos que los cumpleaños. Como consecuencia, en mi casa ha prevalecido la costumbre de felicitarnos el día del santo, de salir a cenar, e incluso de hacer algún regalito…

Villafranca de los Barros, 2007
Villafranca de los Barros, 2007

El caso es que hoy, 18 de julio -una fecha no muy adecuada precisamente para festejar algo, if you know what I mean– es Santa Marina Virgen y Mártir, patrona de no sé cuántos municipios gallegos y a la que, según la leyenda, le cortaron la cabeza. Hay varias versiones, pero me quedo con la más chic: una en la que un rey malvado pretendía desposarla. Marina se negó, y entonces el rey la amenazó con decapitarla. Marina se siguió negando; entonces el rey ordenó que le cortaran la cabeza -muy a lo Reina de Corazones Style-, y la cabeza dio tres botes. En cada bote, dijo «no». Y en el lugar donde cayó finalmente, brotó un manantial…

He ahí un ejemplo gráfico de «cabezota» -chiste fácil.

Pero fuera de Galicia, mi santo no es demasiado conocido. En el santoral, suele aparecer con más frecuencia San Federico, que se festeja el mismo día. Y yo me acuerdo de mi adorado Federico García Lorca, que cada año lo celebraba por todo lo alto con su familia en la Huerta de San Vicente, su casa de Granada.

Huerta de San Vicente, Granada, 2012
Huerta de San Vicente, Granada, 2012

Y continuando con el tema de santos, mártires y cristianismo en general, no puedo dejar de relatar una curiosa anécdota acaecida a quien esto escribe en el día de ayer…

Andaba yo en una de mis numerosas expediciones hospitalarias -que últimamente, por unas cosas y por otras, son muy frecuentes- cuando, de repente, me topé con el siguiente cartel:

Lema de un hospital madrileño
Lema de un hospital madrileño

Entonces, me sentí como debieron sentirse los nativos americanos cuando Cristóbal Colón llegó al Nuevo Mundo. Evangelizar… Es que, dicho así… Por mucho que el hospital pertenezca a la sanidad privada, no pude evitar acordarme de aquel temazo de los Burning: «Qué hace una chica como tú en un sitio como éste».

A punto de ponerme el tocado de plumas y hacerme pinturas de guerra, me dirigí a la recepción para pedir hora para unas pruebas, y allí esperaba el equipo médico al completo. Lejos de apuntarme con un crucifijo cual profesor Van Helsing ante Drácula, me atendieron con mucha amabilidad y profesionalidad. Así que, señores, ¡nada de prejuicios!

(Eso sí, mejor no mirar los calendarios, donde podemos leer argumentos contrarios a la investigación con células madre…).

Una experiencia hospitalaria más. Todavía me quedan por cosechar unas cuantas, y además en un futuro muy, muy cercano. ¿Alguien ha tenido una piedra en el uréter?

Repetiré la pregunta con una pequeña modificación… ¿alguien ha tenido una piedra en el uréter… a los 23 años? Debo de ser de ese diminuto 3%, sí. Pero ya me estoy haciendo una experta en cólicos nefríticos, calmantes, doblejotas, sondas y demás necesarias aberraciones.

¿Quieres perder cinco kilos, sin necesidad de dietas ni gimnasios, además de añadir experiencia a tus conocimientos acerca del funcionamiento del aparato excretor? No lo dudes: pon una piedra en tu uréter. Garantizado por Marinistic S.A.

Me queda hasta humor negro para repartir a diestro y siniestro…

.

Y para evadirnos un poquito de estos temas alegres, he de confesar que últimamente tengo sueños muy peliculeros. El de hoy, con banda sonora incluida -me he despertado tarareando la melodía, y todo-: una historia de palacios, oscuras pasiones, hijos secretos y asesinatos; Shakespeare estaría orgulloso de mi subconsciente.

Pero me gustó casi más el del otro día. Una «pesadilla» en la que Lord Voldemort -sí, el malo malísimo de Harry Potter– iba ataviado con un estilo ochentero pijo -imaginadlo con una camisita de cuadros y un jersey de cuello de pico de Lacoste– a cargarse a Harry y a sus padres. Pero todo inmerso en un ambiente muy urban, con paredes de graffitti, zapatillas Converse y música de Nickelback -lo de la música es una aportación a posteriori, lo admito. Y el asesinato se produce en un baño de instituto. Very cool.

Ralph Fiennes en su papel de Lord Voldemort, el antagonista de la saga Harry Potter
Ralph Fiennes en su papel de Lord Voldemort, el antagonista de la saga Harry Potter
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