Feria del Libro de Madrid’16

¡¡Al fin llega el momento de revelarlo!! He aquí mi nuevo poemario, ¡y estaré en la Feria del Libro de Madrid! Ya os contaré acerca de él más adelante, cuando las oposiciones me lo permitan. Mientras tanto, ¿nos vemos en la Feria?

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Nueva reseña de «Los despertares»

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Portada del poemario «Los despertares» (Ediciones de la Torre, 2014)

En los últimos días, me han pasado muchas cosas -literariamente hablando-, que os contaré en cuanto mi prisión opositoril me conceda un rato de descanso. Comenzaré diciendo que ya está en venta mi segundo poemario, pero me reservo la información para una siguiente entrada.

Y con mi segundo poemario a la venta, me ha llegado esta mañana una preciosa reseña del primero, Los despertares, escrita por Javier Gallego. Me han sorprendido la agudeza y el acierto en sus análisis; creo que ha captado a la perfección la esencia del libro.

Aquí os dejo un fragmento, para que os entren más ganas de seguir leyendo…

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Una de las características principales del estilo de Marina Casado es la narratividad inmersa en su poética, la creación de un personaje protagonista, aún cuando vaya mutando de la Bella Durmiente a Alicia. La revisitación de mitos infantiles, como la Bella Durmiente, las princesas, los muñecos y los cuentos es, en cierta manera, una evocación y actualización del Modernismo, pero también una especie de perversión de esas imágenes, despojándolas de la cursilería para contrastar con la realidad que hay detrás., jugando con la ambigüedad de lo tópico propio de la posmodernidad..

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40 sonetos de amor: presentación

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Rompo de nuevo mi silencio opositoril para invitaros a la presentación de esta fantástica edición de la que soy antóloga: cuarenta sonetos de amor de la literatura española e hispanoamericana; desde Garcilaso hasta Luis Alberto de Cuenca, pasando por Quevedo, Góngora, Unamuno, Lorca, Cernuda, Alberti… La edición es el broche del 40º aniversario de Ediciones de la Torre. Vamos a tener el honor de contar, además, con la presencia de la poeta Paloma García-Nieto, hija del gran poeta José García Nieto, que también figura en la antología.

El prólogo del libro corre a mi cargo y también me estreno como ilustradora de uno de los cuarenta sonetos, concretamente, el perteneciente a mi adorado Luis Cernuda. Os lo dejo aquí para ir abriendo bocas, con la advertencia de que, junto a éste, tenemos dibujos de verdaderos grandes ilustradores, que estarán expuestos en el Colegio de Doctores y Licenciados hasta el 19 de mayo.

¡Espero veros en la presentación!

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Ilustración de Marina Casado para un soneto de Luis Cernuda

A mis lectores habituales

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Mi rutina en los últimos meses…

Tal vez debí escribir antes este mensaje, pensando sobre todo en aquellos lectores habituales de mi blog, gracias a los cuales esta página se mantiene viva. Es posible, queridos lectores, que os preguntéis por qué no escribo nada desde enero…

No he abandonado la página, como alguien ha podido llegar a pensar. Tampoco me he ido a Marte o me he convertido definitivamente a la misantropía. No, nada de eso.

La razón de mi ausencia es ésta: estoy preparándome las oposiciones de profesorado de Lengua y Literatura y el examen es a finales de junio. Un temario prácticamente inabarcable y horas dedicadas a la práctica de comentarios de texto, sintaxis y programación didáctica me mantienen prisionera del estudio. Llevo una vida de ascetismo que para él la quisiera el mismísimo Fray Luis de León.

Entre unas cosas y otras, se me acumulan las ideas y la necesidad de escribir, pero me falta el tiempo. Así que, de aquí a julio, mi ausencia será prácticamente constante. Pero después, volveré a la carga, porque escribir es para mí tan vital como respirar.

Mientras tanto, os dejo la grabación de una de mis pocas actuaciones poéticas de estos meses: un recital en El Laboratorio de Alcalá de Henares, organizado por la genial poeta Sofía Winter. Me acompaña Alex Tj a la guitarra. El vídeo, grabado por Eric Sanabria, ha sido editado por Javier Lozano y se encuentra en el canal de Youtube que comparte conmigo: La Canción Vagabunda.

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Si os ha gustado el poema que recito, “Ícaro”, aprovecho este momento para confesaros que forma parte de mi segundo poemario, Mi nombre de agua, que verá la luz este año… ¡Os mantendré informados!

Muchas gracias por leerme y disculpad mi ausencia. ¡No me abandonéis! En julio estaré de vuelta con mucha fuerza. Por ahora, me despido…

Alberti y la emoción poética

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Tras el veredicto del tribunal. Con el director de mi tesis, Ignacio Díez, y los miembros del tribunal: Gaspar Garrote, Dolores Romero, Eduardo Pérez-Rasilla, Jesús Ponce y Juan Matas

Por primera vez en varias semanas, dispongo de un rato para respirar, mirar algo más que no sea el temario de las oposiciones y asimilar los acontecimientos que me rodean. Por ejemplo, el hecho de que, desde hace dos días, soy Doctora Cum Laude en Literatura española, gracias a mi tesis Oscuridad y exilio interior en la obra de Rafael Alberti. Alberti, que hoy, 16 de diciembre, cumpliría 113 años.

Con mi tesis doctoral finalizada, termina un ciclo que empecé hace ya cuatro años. Tenía por entonces 22 y estaba comenzando el Máster de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid, con el objetivo de poder iniciar, en el siguiente curso, mis estudios doctorales. A mis espaldas, una licenciatura en Periodismo que no me acababa de satisfacer. Me sentía todavía un poco perdida, pero comenzaba a encontrarme.

Mi primer trabajo de investigación para el máster no fue sobre Luis Cernuda, como cabría pensar viniendo de mí, sino sobre uno de sus compañeros de generación, Emilio Prados. Concretamente, me centré en su etapa surrealista. Podría haber continuado la investigación del máster en mi tesis doctoral, pero necesitaba un tema que, más que gustarme, me apasionara. Todo apuntaba, de nuevo, hacia Luis Cernuda. Por eso fue una sorpresa –especialmente, para mí misma- que finalmente me decantara por Rafael Alberti.

Y es que Cernuda ya ha encontrado su lugar en la crítica, la valoración que desde siempre se había merecido y que no ha obtenido hasta hace bien poco. Pero Alberti, tan célebre en los años setenta y ochenta, ha ido desvalorizándose progresivamente; en parte, debido a la ideología comunista que mostraba, que no a todos agrada. Es recurrente, también, juzgar toda la trayectoria del poeta por su primer poemario, Marinero en tierra, sin conocer su amplísima obra, que profundiza el multitud de corrientes, técnicas y géneros, y que resulta en todos los casos brillante. Estamos hablando de una de las voces líricas más importantes de la literatura española, el maestro de las imágenes poéticas, cuajadas de plasticidad y virtuosismo. En acertadas palabras del doctor Gaspar Garrote, miembro de mi tribunal, se trata “del poeta más representativo de la Generación del 27”. Es ahora, cuando podemos contemplar su obra completa desde una cierta distancia temporal, cuando deben publicarse nuevos trabajos que la revisen de forma global, que muestren nuevas perspectivas.

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Agosto de 2014, en la Casa Museo de Rafael Alberti

Y en gran medida, por todo esto elegí a Alberti como tema de mi tesis doctoral. Pero no he incidido en la visión tradicional del poeta como ser luminoso y alegre, visión a la que estamos acostumbrados. Hablé del Alberti más oscuro, del Alberti que se sentía exiliado del presente, cuyos versos nacían del desamparo y de la sombra. Y confieso que me he apasionado escribiendo. Hay quien me ha criticado, en la tesis, un uso excesivo de mi intuición a la hora de interpretar la obra albertiana, dejando más de lado el aspecto filológico. Me cuesta no implicarme en aquello en lo que profundizo. En la carrera de Periodismo, ya me pedían sacrificar mi subjetividad en los escritos y jamás lo conseguí –tampoco hice demasiado por conseguirlo-.

Pero es que no soy periodista ni filóloga; soy las dos cosas a la vez o ninguna. Creo que soy, por encima de todo, poeta –no sé si buena o mala; eso no viene al caso-, y mi propia subjetividad se impone. Me dice que, para poder interpretar la poesía, hay que sentirla: dejarla correr por la sangre, beberla a bocanadas, situarse en la piel de su autor. En este contexto, la filología es solo un instrumento más que nos ayuda al análisis, pero que en ningún caso debería sustituir a la intuición, al sentimiento. Precisamente, porque estamos hablando de poesía, el género literario que más depende de la sentimentalidad, del impulso emocional, de lo opuesto a la razón desnuda.

No ha sido fácil abrirme camino en el mundo filológico sin la carrera de Filología. He tenido que aprender mucho y compensar mis carencias con múltiples lecturas y horas de trabajo. Pero finalmente, lo he conseguido. Con esta perspectiva emocional, tan distinta del frío academicismo que a veces se exige. Supongo que eso es, a la vez, ventaja e inconveniente. No consigo diseccionar un poema sin diseccionarme a mí con él. Tal vez, es demasiado tarde para convertirme en filóloga… Tal vez lo sea ya.

O tal vez… “Tal vez no seré nada, y mi vida tendrá esa admirable gratuidad de las existencias perfectas”. Eso lo dijo Luis Cernuda. Cernuda, Alberti… Los dos se me antojan amigos muy cercanos a los que nunca he conocido, a los que siempre he conocido.

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Luis Cernuda en los años veinte

Cae la noche y se precipitan las familiares divagaciones. La luz del flexo baña de un aire meditabundo la mesa de mi escritorio. Rememoro mi sonrisa llenando los segundos posteriores a aquellas palabras: “El tribunal ha decidido, por unanimidad, concederle el Sobresaliente Cum Laude”. Empiezo a comprender que todo esfuerzo acaba dando su fruto, aunque a veces parezca que la niebla, esa niebla tan unamuniana, nos envuelva, impidiéndonos contemplar la luz del sol. Sí: todas las recompensas llegan. Pero el camino jamás termina.

Y hoy, en el 113º aniversario del nacimiento de Rafael Alberti, todavía quedan muchas metas que conquistar, hasta que su poesía ocupe en la crítica el lugar que se merece.