
Lo menos que se puede decir del universo mental de Morrison es que era complejo y estaba bastante torturado. Es cierto, en particular los otros tres Doors llegan incluso a insinuar que estaba loco. Lo mismo se dijo a veces de William Blake y de Nietzsche, entre otros. Si Jim estaba loco, lo estaba como ellos, con una perfecta lucidez. De todas formas, el término «locura» es muy amplio y relativo, en general no refleja más que la diferencia de imaginación entre el que lo utiliza y el objeto del término. Sin pretender dar un diagnóstico para el que carezco de competencias diré, sin embargo, que Morrison tenía tendencias esquizofrénicas notables. […]
Jim Morrison, individuo reconcentrado y tímido por naturaleza, se complació efectivamente en refugiarse en su personaje de rock-star, al menos durante algún tiempo. Existen múltiples testimonios de quienes le conocieron entre los Doors y que le encontraron arrogante y, sobre todo, inaccesible. No obstante, tras esa máscara, su extrema sensibilidad permanecía intacta, y es probable que sufriera algunas veces por las reacciones que su actitud suscitaba. El manager de los Doors, Bill Siddons […], debía pensar en eso cuando declaró, a la muerte de Jim:
«Era la persona más entrañable, más comprensiva que he conocido. No ese Jim Morrison del que hablaban los periódicos. Sino el Jim Morrison que yo conocí y del que sus mejores amigos siempre se acordarán».
Pero, rápidamente, se había vuelto prisionero de la imagen que él mismo había contribuido a crear. Paradójicamente, esta era su única protección contra la idolatría demencial de sus admiradores y la hipócrita adulación de los inevitables parásitos. Y además, eso es lo que se esperaba de él… A causa de ello, desarrolló una creciente paranoia, que se manifestaba de manera muy aguda bajo la influencia del alcohol.
Sí; se puede decir, sin comprometerse demasiado, que el equilibrio mental de Morrison no era particularmente estable. Pero si consideramos las tensiones psicológicas a que debió estar sometido, no es demasiado extraño. No es, ¡por desgracia!, la única estrella que ha experimentado esta trágica experiencia.
Hervé Muller, Jim Morrison y The Doors
Hervé Muller, periodista francés, conoció a Jim Morrison y mantuvo con él una amistad en los últimos meses de vida del cantante, en 1971, cuando este se había retirado de la vida de estrella de rock para vivir, junto a Pamela Courson, en París, y desarrollar su faceta poética. En 1975, Muller publica Jim Morrison y The Doors, una biografía sobre su antiguo amigo, contextualizándolo en la banda que formó junto a Ray Manzarek en 1965 y en la década de los sesenta.