Sombra

Sólo buscaba un lugar más o menos propicio para vivir, quiero decir: un sitio pequeño donde cantar y poder llorar tranquila a veces. En verdad no quería una casa; Sombra quería un jardín. […] Pero cada vez que visitaba un jardín comprobaba que no era el que buscaba, el que quería. Era como hablar o escribir. Después de hablar o escribir siempre tenía que explicar:

-No, no es eso lo que yo quería decir.

Y lo peor es que el silencio también la traicionaba.

-Es porque el silencio no existe -dijo.

El jardín, las voces, la escritura, el silencio.

-No hago otra cosa que buscar y no encontrar. Así pierdo las noches.

Sintió que era culpable de algo grave.

-Yo creo en las noches -dijo.

A lo cual no supo responderse: sintió que le clavaban una flor azul en el pensamiento con el fin de que no siguiera el curso de su discurso hasta el fondo.

-Es porque el fondo no existe -dijo.

Alejandra Pizarnik, Textos de sombra

Alejandra Pizarnik
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